27 oct 2010

La evoluGion





te invito a un recorrido por la vida y carrera de Giovanni Moreno, el crack de la Academia. El origen, anécdotas, curiosidades e intimidad de un personaje que le da frescura al fútbol argentino.
En Colombia les pedía a los medios que escribieran su nombre con y griega, que le pusieran Giovanny porque le gustaba cómo quedaba. Es un personaje, ja”, cuenta un periodista de aquel país, acerca de este joven de 24 años que siente el fútbol y la vida con alegría, cuyo nombre real -sin caprichos-, es Giovanni Andrés Moreno Cardona...
Lo que en el DNI no figura es su condición de astro, de futbolista diferente. Tampoco registra esa elegancia que hace vibrar a los hinchas de Racing cada vez que tiene la pelota rendida a su delicado pie zurdo. Gio es dueño de una personalidad audaz dentro del campo, un lírico de los que no abundan. Y ese aura singular también lo traslada a la cotidianeidad mientras se adapta a la Argentina. En ese proceso hay cuestiones que lo asombran día a día. Por ejemplo, el fervor que el fútbol despierta en muchas damas. “En mi tierra, las mujeres no tienen la pasión que muestran aquí, me sorprendió”, comenta el enganche desequilibrante y capaz de resolver partidos: contra Argentinos hizo los dos goles de la victoria y volvió a convertir en el 1-1 frente a River.
Así como lo impactó el mundo femenino detrás de la pelota, también lo dejó boquiabierto la carne argentina. La degusta cuando sale a cenar con mucha frecuencia por la zona de Puerto Madero, donde comparte un departamento confortable con Any, su bella novia. “Probó la carne una vez y no la largó más. Le encanta acompañarla con ensalada de radicheta, zanahoria y huevo. Es su plato favorito”, revelan quienes más tiempo pasan con el crack que ya incorporó a su vocabulario términos que le enseñaron los compañeros en Racing. Sobre todo De Olivera, su compinche. “Aprendió a decir mufa, vende humo, garca, je”. Además de desparramar su calidad por el césped, este aficionado del tenis se jacta a los cuatro vientos de ser casi invencible al ping pong y desafió a Dida a un partido que aún no se concretó. También tiene conocimiento de básquet, deporte que practicó en la niñez. Nacido el 1 de julio del 86 en el municipio de Segovia, Antioquía, fue criado en una familia humilde encabezada por su padre, un hombre que trabajó en las minas de oro y perdió dedos de una mano allí. Asimismo, en ese lugar murieron algunos amigos de Giovanni, quien nunca necesitó desempeñarse como en este trabajo.
Tras comenzar a coquetear con la pelota en el Pony fútbol (el Baby de acá), el amante del reggaeton se mudó hacia Medellín (a media hora de viaje de Segovia) bajo el amparo de Celina, su cálida abuela de 71 años, a la que hizo renegar. Cansada de que su nieto rompiera vidrios de casas vecinas y estropeara zapatillas, la mujer se las escondía. Aunque él, astuto, aprendió a hacerlas con papel de diarios. “El encorvado -así lo apodó afectuosamente- se peleaba mucho con los muchachos del barrio por los balones y se gastaba la plata de los mandados en la Play Station, con la que siempre era el mejor. Me acuerdo de que le gustaban mucho las lentejas, jugos y frijoles”, rememora la nona a la que Gio, como regalo de cada cumpleaños, le envia Mariachis para que le canten una serenata.
En el 2004 arrancó en el Florida Soccer de la Primera B, siguió en Aguilas Doradas de Primera División (club que no existe más) y en el 2006 se fue a Envigado. Fue duro al principio porque no tuvo continuidad. Luego disputó tres encuentros, pero sufrió con el descenso. Sintió tanta desazón que hasta pensó en retirarse. Sin embargo, su madre, Martha Cardona, lo convenció de que continuara jugando. En junio del 2007 tuvo una experiencia breve en Europa. En el Saint Etienne de Francia sólo se entrenó un día porque era futbolista extracomunitario y el cupo de extranjeros estaba cubierto. Lo ofrecieron a préstamo al Tour de la Segunda División francesa y se negó, hasta que recaló en el Mlada Boleslav de República Checa. A raíz de que duró tres meses debido a su falta de adaptación al país, regresó al Envigado con la confianza que le brindó el técnico Jesús Barrios, alias Kiko. Y gozó de la revancha: conquistó el ascenso al vencer en la final a Academia Bogotá (sí, Academia...) por 2-1 en ambos partidos. En el de ida, en Medellín, metió un golazo de tiro libre al ángulo, similar al que le marcó a Argentinos. En el segundo, en Bogotá, hizo otro tanto de jugada. Fue máximo artillero, símbolo e ídolo del Naranja. Por el cariño que le guardaba, nunca le gustó enfrentarlo con Atlético Nacional, club que le propició explotar futbolísticamente y brincar hacia la selección de su país que hoy lo tiene cómo gran figura.
También lo es en Racing. Fascinó a los hinchas con su juego vistoso, sus compañeros lo consideran sustancial en la resolución de partidos y con varios de ellos trabó una relación agradable. Bieler, por caso, es otro de los más cercanos a él. El delantero, que vive a media cuadra de su casa, lo alcanzó en varias oportunidades en su Nissan lujoso cuando al Flaco (su otro seudónimo en tierra cafetera) le retuvieron el Minicooper por no llevar la cédula azul que necesita todo aquél que conduce un vehículo sin ser su titular. Y el lunes Taca le tendió otra mano. Post práctica matutina, por pedido de Walter Mira, el médico del plantel, le llevó botellas de agua mineral desde el club a su casa para que intentara controlar los problemas estomacales que ese día no lo dejaron entrenarse, al igual que el miércoles pasado. Ayer, si bien Gio se presentó en el club, el doctor lo mandó de vuelta a su hogar porque estaba carente de las fuerzas físicas que le permitieran practicar. Ahora confían en que mañana se reintegre.
Amante de la ropa Diesel, marca conocida en Colombia, Gio luce una pulsera con los colores de su país y la leyenda “Brasil 2014” que refleja su esperanza de colocar al equipo en la próxima Copa del Mundo. Porque en él la confianza es lo que sobra. Como esa autoestima elevada que denota la palabra crack que eligió en parte de su dirección de mail. “Hace dos años me llamaron a la selección. Es un orgullo ponerme la camiseta de mi país. Hoy la intención es hacer unas buenas Eliminatorias y clasificarnos al Mundial con el nuevo ciclo que comenzó el Bolillo Gómez”, se entusiasma Moreno, confeso admirador de Riquelme y con algunos aires de divismo que ya demostró. Tras los partidos, es habitual que se retire del vestuario sin atender a los periodistas y comunicarse telefónicamente con él es poco menos que una hazaña. De hecho, es su hábito apretar el botón rojo de su celular con el fin de rechazar llamados que no reconoce. “Si lo llaman mucho es capaz de cambiar el número de su teléfono las veces que sea necesario”, avisaron periodistas colombianos. “Cuidado que cuando los globos se inflan demasiado se revientan mucho más fácil”, le aconsejó un día su abuela. ¿Gio seguirá teniendo presente aquellas sabias palabras? La doña, de esto no hay dudas, jamás olvidará los tiempos en que al “niño viejo (también lo llamaba así) le servía hasta cuatro platos en el almuerzo y lo hacía dormir en mi rincón”.
Giovanni hoy es la joya de Racing. El futbolista que a muchos les hizo recordar a la exquisitez de Rubén Paz. Es el goleador del equipo con cinco gritos, cuatro en el Cilindro y el último en el 1-1 contra River, en el Monumental. Y tiene, más allá de su riqueza técnica, algo que vale oro en el fútbol: personalidad para desplegar su clase en cualquier lado y contexto. Es su esencia, su evoluGión.

Fuente: Olé

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